Territorios Baldíos

Darío Fritz El dominio del miedo

Darío Fritz

El dominio del miedo

A golpe de frases cortas que penetran filosas como si fueran la daga sobre la carne, Byung-Chul Han alienta en su último libro sobre el triunfo de la esperanza ante el “fantasma” del miedo y su “instrumento del dominio”. Te hace poner de pie desde la segunda página cuando dice que “solo la esperanza nos permitiría recuperar una vida en la que vivir sea más que sobrevivir… Ella nos regala el futuro”. Pero “El espíritu de la esperanza” que acaba de publicar el autor coreano, con un subtítulo que pone las cosas en blanco sobre fondo negro: “contra la sociedad del miedo”, no es un clásico divague de los libros de autoayuda por el terreno de la autocontemplación y el espiritualismo en tiempos zánganos, sino un ensayo de una filosofía aterrizada hasta para los lectores más llanos, donde advierte que “los discursos del odio y los linchamientos digitales, que claramente atizan el odio, impiden que las opiniones puedan expresarse libremente. Hoy ya nos da miedo hasta pensar”. Y adelanta: “Se diría que hemos perdido el valor de pensar”.

Hace un par de años tuve el instinto de un asalto a la yugular digital de esos apropiadores del espacio público que son los parquímetros y el negocio entre funcionarios públicos de la ciudad de México y oscuras empresas privadas, pero recibí una caterva de boots de la página del gobierno que parecían transformar en influencer mi cuenta de X, pero no, se trataba de una aplanadora destructiva sobre una melancólica inocencia ciudadana. El miedo a pensar y expresar ahí estaba como resultado, tal cual en las líneas de Byung-Chul Han.
“El régimen neoliberal es un régimen del miedo. Hace que las personas se aíslen”, dice el ensayista. Y es aprovechado tanto desde quienes se etiquetan como “de izquierda”, tal cual los que me sepulcraron en la red -¿qué es eso de ser de izquierda hoy? se puede preguntar uno-, como por la otra etiqueta mucho más clara, la de “derecha” que bien entiende de odiar, mentir, imponer, falsear la realidad.

Las redes sociales se han instalado como el terreno de un dominio del miedo donde “el poder se vuelve aún más sutil e invisible… Incluso lo confundimos con la libertad”. En otro texto, “La crisis de la narración”, Byung-Chul Han toma un concepto de otro par suyo para explicarlo, Goerg Büchner: “Somos títeres cuyos hilos mueven poderes desconocidos. ¡Nada somos por nosotros mismo!”. En un espacio como Twitter, que nació para el debate y el intercambio de opiniones, y que con el tiempo se fue transformando hacia el rechazo al diferente, Elon Musk lo potenció desde su compra en 2022 (renombrada como X). Ahora decide qué ve cada usuario, qué se bloquea y viraliza lo que la red quiere. Pero a eso le ha infligido su ideario de pensamiento ultraderechista que no escatima la manipulación de información y la mentira -su posteo de vender a Kamala Harris como comunista hasta en una imagen estalinista tiene cariz payasesco- y donde se abstiene de controles como en la campaña xenófoba en Reino Unido. De proporciones similares es la Telegram del ruso Pável Dúrov, detenido por unos días en Francia por no regular su contenido donde se incita al delito. La plataforma está considerada como un foco de la desinformación y las posturas extremistas, donde abunda el crimen organizado y la delincuencia cibernética. Si hace un tiempo corto, la deep web era el mar donde buceaba la ciberdelincuencia, ahora ya no existe temor de hacerlo en las redes abiertas como Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp) y Telegram, señaladas por permitir publicidad de sustancias prohibidas y fraudes.

La manera de acabar con ellos está en la legislación. Europa, Brasil y algunas acciones en Australia y Estados Unidos van marcando la pauta. Allí se ultima la esperanza, que como toda posibilidad de concretarla, como dice Byung-Chul Han, está asociada a la acción. Pero para eso se requiere la colaboración de estos gigantes digitales, tan poderosos como un Estado y tan arrogantes en hacer lo que se les antoje. Esta semana, Meta anuncia que los padres podrán tener control en la configuración de las cuentas que abran adolescentes de hasta 16 años. Es un avance. Como también la Carta Abierta de medio centenar de intelectuales del mundo para que las tecnológicas cesen la presión sobre la soberanía digital brasileña. “La andadura del pensamiento esperanzado no es el ‘adelantarse hacia la muerte’, sino el adelantarse hacia el nuevo nacimiento. La clave fundamental de la esperanza es la venida al mundo como nacimiento”, reflexiona el escritor coreano. Sólo nos queda trabajar para que los instructores del miedo no logren instrumentar su dominio.

Threads: @dariomfritz

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